22 de octubre de 2009

CINE JAPONÉS para este miércoles 21 y jueves 22

TODAS LAS FUNCIONES SON GRATUITAS

















INAUGURACIÓN, MIÉRCOLES 21 con la presentanción de FANNY DANCE, a las 19:30


Yohei es una estrella de punk que, para poder heredar un templo budista, debe ingresar de monje a la orden que administra aquel recinto sagrado. Inicialmente rebelde ante un estilo de vida radicalmente distinto al que tenía en Tokio, poco a poco Yohei se va adaptando a las nuevas circunstancias. Mientras tanto, su novia trata de convencerlo para que abandone la disciplina monástica y vuelva a ser el que fue. El Director Masayuki Suo fue quien dirigió la película original de “Shall we Dance”



Jueves, 22


17:00 Sansho, El Gobernador

















Rara vez un maestro como Mizoguchi alcanzó tal equilibrio entre belleza y violencia como el que trasunta esta historia ambientada en el siglo XI y que da cuenta de la desintegración de una familia: el padre enviado al exilio, la madre vendida como cortesana y los hijos desterrados como esclavos a una provincia remota regida por un gobernador cruel.


19:30 La Puerta del Infierno






















El período clásico de la cinematografía japonesa tenía dos tendencias o géneros esenciales: el Gendai geki, que abarcaba toda clase de temas contemporáneos y el Jidai geki que, siguiendo en parte la tradición del teatro kabuki, abarca las representaciones de época, con tres subgrupos principales, denominados Chambara (exaltación del heroísmo de los samuráis), Kengeki (con espectaculares desafíos como motivo esencial) y Ninjitsu (transformación del hombre en alguno de los cuatro elementos o en bestia, sea mitológica o real). Dentro del Jidai geki está La puerta del infierno, donde se destaca su valor épico; ese deslumbrante primer acto en el que un grupo de rebeldes ataca el Palacio Imperial e intenta apoderarse de la emperatriz, ese combate alucinante dentro de las estructuras de bambú y de las flotantes cortinas de gasa, esos invasores mostrados desde lo alto como tenaces hormigas azules; pero, sobre todo, el color con el que el artista plástico que hay en Kinugasa y compone alucinadamente un mundo de barbarie y estilización, que tiene ímpetu orgiástico y simetría.

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