7 de agosto de 2008

Cinemateca se pronuncia en el Día del Cine Nacional

Hoy, 7 de agosto es el Día del Cine Ecuatoriano y aprovechamos para reproducir un extracto de la labor de Wilma Granda investigadora de la Cinemateca Nacional del Ecuador, referida a Augusto San Miguel, pionero del cine de ficción, durante los años veinte.

Es en homenaje a Augusto San Miguel que el gremio de cineastas Asocine y el Ministerio de Educación celebran y han declarado, desde hace tres años, el 7 de Agosto como día del cine nacional.


El 7 de Agosto de 1924, Augusto San Miguel y su empresa Ecuador Film Co. estrenaron su primer argumental : "El Tesoro de Atahualpa", dos meses después, su primera película cómica "Se necesita una guagua" y en dos meses más : "Un Abismo y dos Almas", que adelanta expresamente la denuncia social en la cinematografía y en la literatura de la época.


¿Quién fue Augusto San Miguel Reese? ¿Qué se dice? ¿Qué se sabe? ¿Qué se conoce sobre Augusto San Miguel Reese y su cinematografía?

Un gran poeta resulta la menos poética de las criaturas. Los poetas mediocres, en cambio, son absolutamente fascinadores. Cuanto peores son sus rimas, más pintorescos parecen.
Oscar Wilde

Suponga que empezamos a revisar juntos las carpetas. Aquí está la documentación de 1925: cartas afectuosas que le envían Alberto Guillén, José Santos Chocano, Ismael Pérez Gandú, Miguel de Chuquipiondo, Valle Inclán, Jacinto Benavente, y los ecuatorianos Pepe Pino de Ycaza, Pablo Hanníbal Vela, José Alberto Valdivieso Alvarado, Adolfo H. Simonds, César Arroyo, Francisco Falquez Ampuero, Humberto Dorado Pólit, Sergio Núñez, Cristóbal Ojeda Dávila, Jaime Sánchez Andrade, Pablo Palacio, César Arroyo, Enrique Avellán Ferrés, los hermanos Granado y Guarnizo, Antonio del Campo, Rodrigo Chávez González.10

En otra carpeta se separa la correspondencia desde España. Fíjese en los firmantes Mario Arnold, Juan Ramón Jiménez, Pío Baroja, Belén de Sárraga. En esta otra se archivan cartas de amigos sudamericanos: Vicente Huidrobo, Leopoldo Lugones, Manuel Rivas Vicuña, Manuel Ugarte, José Santos Chocano, Vargas Vila, Diego Muñoz, José Carlos Mariátegui, Ernesto Donoso, etc.


Es decir que este desconocido San Miguel se cartea con intelectuales importantes del país, de América y de España. Incluso alguno de ellos, el peruano Ricardo Palma11 prologaría su única novelita publicada en Madrid: Los ojos de una mujer.
Sigamos revisando. Observe estos grandes archivos de recortes periodísticos de 1920 a 1937. Asombra la cantidad de fotos y notas periodísticas de algunas ciudades de América Latina, Estados Unidos y Europa que anuncian sus tertulias literarias.12 Actos que a veces se prohíben por temor a la reacción popular y a bochinches literarios. Aquí están los reclamos de varios ecuatorianos frente a la política de Estados Unidos, al exigir devolución de los territorios concesionados en Ancón y Portovelo. Estas hojas volantes son de los sin trabajo quienes gritan al mundo, el 20 de marzo de 1930, “un réclame (propaganda) solidario para no morirse de hambre.”13

Veamos ahora 1924: fundación del Teatro Ecuatoriano del Silencio.14 En el acto de inauguración hay delegados de la prensa y radiofonía nacional. ¿Quién es el orador de fondo? Augusto San Miguel. ¿Quién el gestor de la idea y el financista del sueño? Augusto San Miguel. ¿Qué es el Teatro Ecuatoriano del Silencio? Una Escuela, diríamos, con lo indispensable para enseñar actuación a los interesados en llegar a ser Chaplines o Valentinos. Existen gabinetes y sketchs de caracterización, luminarias, profesor de arte y declamación –el Italiano Carlo Bocaccio–, y un gran canchón donde se rinden las pruebas. Cuando se pasa el examen, se filma en películas de nitrato en formato de 9,5 y 28 mm. La financiación corre por cuenta de Augusto San Miguel.


Las instalaciones del Teatro Ecuatoriano del Silencio se ubican en el frontón Betty Jai (sic), cercano a la hoy inexistente Quinta Pareja en Guayaquil, antigua y rica propiedad que devino en lugar de hacinamiento para inmigrantes pobres o para maleantes, según los quiere ver la salud y moral pública de la época.

San Miguel importa toda la maquinaria para inaugurar una industria del cine ecuatoriano. Desde el barco en el que regresa de Europa, requiere de su madre 2 000 libras esterlinas adicionales para poner punto final a sus retrasadas deudas y a sus anticipados proyectos15. En cuanto al cine, pretende cerrar el círculo de elaboración o manufactura de las películas, un estudio o locaciones donde filmar, una escuela de actuación, mecanismos de exhibición y circulación de las películas, todo bajo control pero, el proyecto fracasa económicamente.

Como dramaturgo, en el folio de 1927, consta el prólogo y posterior improvisación de San Miguel para la comedia Guayaquil en broma, montada junto a Rodrigo Chávez González y William Head (Guillermo Cabezas), en el Teatro Parisiana. Allí consta la foto de su hermosa vedette, la chilena Margot Louis, su amada eterna.

En 1930 están las cartas de los principales dirigentes de la revolución mexicana, quienes agradecen el apoyo de San Miguel para con su causa. Otras provienen de José Carlos Mariátegui, quien reconoce una crónica generosa y justa en La Semana16, publicación donde San Miguel escribe y es gerente propietario. Aquí está la burla de la prensa oficial por el apoyo que San Miguel otorga al general nicaragüense Rivas17 y a la española Belén de Sárraga.18

Mire y solácese: esta firma cuya rúbrica es un verdadero latigazo pertenece a Augusto César Sandino, jefe de la guerrilla nicaragüense alzado en armas contra los marines yanquis. Sandino agradece a San Miguel la defensa de su causa y los recursos enviados para su exilio en México, durante 1930.


Abandonemos este gran archivo. Lo que hemos visto será suficiente para que nos pregunte ¿por qué Augusto San Miguel es un desconocido en el Ecuador? Y le respondemos: no sólo es un desconocido, Augusto San Miguel no existe, vive en el aire. Quien escribe en casi todos los periódicos del país durante 1924-1937. Quien es dramaturgo y poeta, cinematografista y hasta empresario torero. Quien funda periódicos y revistas. Quien es fotograbador y acomete en la batuta de un director de orquesta para la escena cultural que antes se denomina arte. Quien es declamador y radiodifusor. Quien es actor-autor y quien, cuando el Municipio porteño en 1933 convoca a un premio al teatro nacional, es el único que presenta siete obras en ese año pero, declaran desierta la distinción. La presión de otros escritores obliga al Municipio a retractarse. Los munícipes proclaman su compromiso con San Miguel pero no cumplen. Días antes de su muerte, Augusto gestiona inútilmente el premio demorado por cuatro años. Y lo hace porque le abate la pobreza. Le duele haber arruinado a su madre con empresas fallidas y sueños de artista, “despilfarrados con gesto magnífico en tesoros esplendidos”20, se dice en crónica posterior a su muerte.


El Partido Socialista Ecuatoriano, del cual es su acérrimo defensor, lo expulsa en dos oportunidades de sus filas. Él escribe –en defensa– su obra cómica Yo no soy comunista. Cuando en 1930 funda con recursos personales dos revistas “rebeldes y satíricas”: La Semana y El Espectador, que circulan semanalmente con más de 28 páginas y fotograbados revelados en sus propios talleres, Augusto debe cerrarlas por el boicot que le hace la derecha al juzgarlo socialista; los socialistas, por considerarlo nacionalista; los comunistas, por considerarlo burgués, y los burgueses, por comunista. Pero también, porque se queda en la calle; lo quiebran los bancos y los empréstitos, lo estafa esta vez su socio y gerente tesorero: “Se emplaza a Euclides Vélez, ex administrador de La Semana, para que presente sus cuentas en la Redacción de este Semanario.”21


Por estas y otras razones se vuelve a exiliar en la erranza de su cosmopolitismo y de su bohemia. Regresa al Ecuador en 1933, pero vuelven a hostigarlo. Hasta que, en 1937, a las 9 de la noche, un 7 de noviembre, abandona su lugar físico para siempre, días después de haber estrenado su monólogo teatral Al revés de la razón22, programado en homenaje a la declamadora argentina Bertha Singerman, quien no asiste a la representación de Augusto. Ella abandona el teatro luego de recibir las flores y el discurso improvisado de Augusto San Miguel en nombre de sus representados, Artistas Unidos Guayaquileños23, primera organización afín creada por Augusto San Miguel, Antonio del Campo, Enrique Avellán Ferrés, J.J. Pino de Ycaza, Rodrigo Chávez González, el mismo año 37. Este es el antecedente de una posterior Sociedad de Escritores Guayaquileños (1938) que existe reconocida, y antecedente también de la formación del Núcleo de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en dicha ciudad (1944).

¿Se pueden agregar más razones por las que Augusto San Miguel habita en el silencio? Porque hace lo que otros no pueden hacer –ayer ni ahora–. A los diecinueve años de edad –de agosto de 1924 a abril de 1925–, en tan solo ocho meses –como de gestación– estrena tres argumentales: El tesoro de Atahualpa, Se necesita una guagua, Un abismo y dos almas; y tres documentales: Panoramas del Ecuador24, Actualidades quiteñas25, El desastre de la vía férrea26. Es decir, los primeros intentos de ficción cinematográfica cuyos temas se adelantan a la literatura del treinta, reconocida como la de denuncia social. ¿Por qué, entonces, Augusto San Miguel sigue siendo un desconocido?

Le resumimos las causas, quizás en otra oportunidad podamos analizarlas con detenimiento: San Miguel, a los quince años, recupera a Alfaro en la revista Juventud Estudiosa de 1921 y, de paso, denuncia a los viejos liberales. Lo expulsan del colegio cuando responde a la cachetada con que pretenden castigarlo. San Miguel denuncia a los hacendados serranos desde 1924, con apenas diecinueve años de edad, y lo hace en un formato novedoso: el cine, cuyos rollitos se usan hasta el final o se inflaman de tanto incendio en el cielo.

San Miguel denuncia al imperialismo yanqui por todas sus tropelías en el Ecuador y, en América Central, cuando la gesta de Sandino. San Miguel es un socialista convencido pero se niega a copiar tácticas e ideas europeas. “El socialismo debe ser nacional”, dice en 1932, luego de regresar de España, donde participó como actor en el grupo La Barraca27, fundado por Federico García Lorca en apoyo a la inaugurada república española.

San Miguel sostiene que debemos incorporarnos al arte mundial, pero elaborando el arte nacional, sin exotismos ni europeísmos. San Miguel predica desde 1924 hasta su muerte la unidad latinoamericana, urgida de poesía, teatro, cine y, sobre todo, de práctica política.

Entonces, ¿cómo se va a pretender que Augusto San Miguel no sea un desconocido? Por último, ¿cómo no va a ser un loco? Sí, loco aquel que pierde todo, su fortuna, su vida, pero nunca su Al revés de la razón.


*Extracto del libro La cinematografía de Augusto San Miguel.

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